Acabamos de dejar atrás enero, el mes por excelencia en el que la gente se apunta al gimnasio con la intención de cumplir el propósito de llevar una vida más saludable. Sin embargo, a estas alturas ya son muchos a los que les cuesta ir con frecuencia, o que incluso han desistido en el intento.
Sin embargo, tenemos una buena noticia para todas esas personas. Y es que, según ha demostrado un estudio, tomar una copa de vino equivaldría a una hora ejercitándose en el gimnasio.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Alberta (Canadá) han llegado a la conclusión de que en el vino se encuentra un complejo llamado resveratrol, que hace que mejoren las funciones del corazón, los huesos y los músculos, actuando de la misma manera que como cuando vamos al gimnasio.
El responsable del estudio, Jason Dyck, ha asegurado que «el resveratrol podría ayudar a las poblaciones de pacientes que quieren hacer ejercicio pero son físicamente incapaces, y podría simular los beneficios del deporte para ellos».