“No es fácil analizarlo. Conocer la cantidad de agua ingerida muchas veces es difícil en los estudios, al no realizarse de forma sistemática y rigurosa. Hay estudios epidemiológicos que podemos conocer bastante bien, como la relación entre el consumo de pescado y la salud, pero la relación entre el consumo de agua y salud no la tenemos tan clara», indica Serra.
La dificultad está en que no solo la ingerimos al beber un vaso de agua, también mientras tomamos un té o una infusión y cuando comemos ciertos alimentos como las frutas. «La propia limitación reside en saber cuál es la fuente que nos proporciona el agua. Pero hay indicadores bioquímicos, sobre todo en orina, que es la osmolalidad urinaria, que nos permiten conocer la hidratación al estar muy relacionada con el consumo de bebidas y de agua. Cuando estos indicadores están bajos es signo de que hay una deshidratación o una hipohidratación, con lo que sabemos que hay un riesgo de una forma más objetiva”, concluye Serra.