«Las personas mayores tienden a consumir menos líquidos de los que necesitan al perder la sensación de sed, necesitan menos cantidad de agua para sentirse saciados. También está el miedo a la incontinencia urinaria, entre otros factores. En realidad, no es que necesiten beber más, sino que necesitan beber lo mismo que los jóvenes, pero no suelen hacerlo, no cubren sus necesidades», señala la profesora Puga, coautora de un reciente estudio sobre la deshidratación de las personas mayores, enmarcado en el ámbito de la atención farmacéutica.
El hecho de que nuestro cuerpo se deteriore a medida que nos hacemos mayores y que por esto tengamos que empezar a tomar medicamentos hace que nos deshidratemos más rápido: «Evaluamos la influencia de determinados fármacos en la aparición de deshidratación. En el estudio encontramos que aquellos pacientes a tratamiento con diuréticos, corticoides y metformina tienen un mayor riesgo de padecer deshidratación«.
Por esto, «es fundamental monitorizar no solo el consumo de fármacos en la edad avanzada, sino también el estatus hídrico, a fin de evitar complicaciones y enfermedades asociadas, considerando el elevado riesgo de deshidratación con la edad”, describe esta experta.
Hidratarse no es sólo beber agua
Consumir líquidos por debajo de las recomendaciones puede suponer que nuestro organismo se vea comprometido. Las personas que consumen menos cantidad de agua diariamente tienen mayor propensión a los cálculos renales y a las cefaleas o dolores de cabeza, como indican los estudios en epidemiología.