El proyecto comenzó como comienzan muchos otros, con una excusa que sonaba elegante por si la idea no salía bien: “Esto es un experimento multimedia para probar la hipótesis de que el erotismo humano no se encuentra en el cuerpo, sino en la cara”. En 2004, el sitio web se estableció como página comercial y desde entonces hasta hoy, no ha dejado de crecer, extendiéndose su filosofía por todo el planeta.
Como en otros espacios web, el sitio se mantiene vivo gracias a la colaboración de sus usuarios, que se graban en vídeo durante sus masturbaciones para subirlo a la página. Hombres y mujeres mayores de edad participan en esta iniciativa como consumidores y creadores de contenido, regalando a absolutos desconocidos su intimidad y colgando para la eternidad sus caras de placer en Internet.
¿Vosotros lo haríais?
Fuente: Cultura Inquieta