La dopamina es un químico cerebral que genera una sensación agradable similar a la de las drogas. Ante traumatismos o situaciones extremas, noticias graves o accidentes, el cuerpo produce elevadas doses de dopamina que amortiguan el dolor y generan una sensación placentera de relajamiento y bienestar.
Por ello al provocar dolor producimos también esa sensación de aligerar el sufrimiento que asociamos con el placer.
Un científico llamado Leknes dirigió recientemente un trabajo en el que colaboraron las universidades de Oxford y Oslo.
Este grupo de investigadores ha conseguido demostrar que el cerebro se comporta de forma distinta cuando un mismo dolor de intensidad moderada se compara con un dolor ‘peor’ o más intenso o con uno ‘mejor’ o más llevadero. Los participantes en el experimento sintieron ese dolor moderado como placentero cuando lo comparaban con otro más intenso. A nivel cerebral se observó una mayor activación en el circuito de recompensa que incluye las cortezas prefrontal orbital y ventromedial.