Hemos puesto punto final a la Semana Santa con sus imágenes desgarradoras, sus penitencias auto infligidas y su viernes de dolor. Y no deja de ser curiosa la extraña atracción que ejerce la visión de Cristos crucificados y Dolorosas rotas por la pena.
Hay un proverbio checo que asegura que “el placer y el dolor se acuestan en la misma cama” y no queda claro si tiene un sentido metafórico o literal.
La interpretación queda un poco a gusto del consumidor: si hablamos de sentimientos se puede entender que el amor siempre viene acompañado en mayor o menor medida de dolor porque nada es para siempre y lo único que permanece es el cambio, o sea que más tarde o más temprano aquello que hoy nos produce placer acabará haciéndonos llorar.
Pero hoy queremos hablar aquí del sentido literal, de la relación entre placer y dolor. El BDSM, las prácticas “bondage” o más llanamente el sadomasoquismo había llegado a formar parte del listado del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, pero fue retirado de él y en la actualidad podemos hablar de una creciente aceptación social de ese tipo de prácticas.