Ponte manos a la obra, estableciendo un adecuado plan de alimentación en el que las grasas (especialmente las saturadas) estén limitadas. ¡Ojo! no se trata de iniciar una dieta espartana, sino de alimentarte de forma equilibrada, de tal forma que la ausencia de nuevas grasas ingeridas haga que tu organismo «tire» de las que ya tiene acumuladas en forma de «michelín».
El ejercicio aeróbico es el complemento idóneo a esa dieta baja en grasas. Bicicleta, running, natación, saltar a la comba… muévete, pon en marcha tu sistema cardiocirculatorio y ayuda a que tus músculos abdominales salgan «a la superficie» de manera progresiva.
Para obtener buenos resultados lo antes posible, lo ideal es combinar las actividades aeróbicas con el entreno específico para tu six pack. Una buena proporción puede ser 2 días de ejercicio aeróbico y 3 días entreno de específico. Recuerda que tus músculos han de descansar lo suficiente para su correcto desarrollo evitando lesiones. Ten un poco de paciencia y no caigas en el sobre entrenamiento.