Al recorrer los primeros kilómetros con el Audi RS7 sorprende que se muestre tan confortable. A pesar de tener unos neumáticos con nula capacidad de amortiguación de los baches, la suspensión filtra los baches como si fuera una berlina confortable de representación. Mucho del trabajo de puesta a punto de esta característica tiene que ver con la suspensión neumática deportiva variable que para nosotros tiene un ajuste perfecto. Confortable en el modo más blando y durísima, incluso incómoda, para circular por circuito o sobre asfalto en perfecto estado.
Dinámicamente es un coche muy fácil de llevar a ritmo normal, pero cuando le pedimos que nos muestre de lo que es capaz, la cosa se pone más complicada. Y lo hace porque es un coche muy rápido, con una aceleración muy intensa y que debemos dosificar si queremos disfrutar del comportamiento del sistema Quattro, especialmente configurado para este modelo. En curvas lentas el diferencial trasero deportivo del Audi RS7 nos ayuda a redondear la trazada y evitar el temido subviraje, algo normal en un vehículo de casi 5 metros con 2,90 metros de batalla. No es que le cueste girar en curvas lentas, pero si vamos un poco colados se quejará.