Otra explicación, esta vez dada por los propios autores del estudio, es que muchos de los que puntuaban su amistad hacia alguien con valores bajos, lo hacían movidos por la preocupación a que su imagen pública saliera perjudicada, debido a que la gente supiera que a quien tú considerabas tu «amigo del alma«, te ve solo como un simple conocido. Preferían «tirar a la baja» que «quedar en evidencia». En este sentido, la reputación o la popularidad se dibuja como un factor decisivo, pero no el único. La coachAdelaida Enguix es crítica: «Hoy en día las amistades son tan endebles como manifestamos».
Esta debilidad se debe, según la experta, al miedo ancestral del ser humano a la soledad: priorizamos tener muchos amigos «de baja calidad» a arriesgarnos a tener pocos, aunque sean mejores. «Preferimos tener relaciones superfluas a no tener nada de vida social. Por esta razón, no nos molestamos en profundizar en las relaciones», concluye.
Cómo encajar la verdad
Así, muchas personas viven engañadas hasta que la realidad se impone y les muestra que basta un minibús para ir de excursión con todos sus verdaderos amigos. Ese momento, generalmente, duele o, como mínimo, si usted no está hecho de metacrilato, le molestará. En una situación de este tipo, Enguix cree que «siempre debemos quedarnos con los sentimientos personales. Independientemente de si son o no recíprocos. No se puede pretender ser feliz a través de lo que otros sienten por nosotros, pues eso es lo mismo que dejar en manos de los demás la responsabilidad de nuestro bienestar».