Capítulo 3. El rendimiento deportivo.
Para explotar el potencial físico de nuestro deportista tenemos que poner el foco en la vía anaeróbica y estudiar sus tres principales sustratos: el ATP, la fosfocreatina y el glucógeno. Su capacidad de almacenaje cambiante -no fija- nos cede la posibilidad de modificar lo predefinido con entrenamiento y con dieta y así augurar un rendimiento mejor.
El almacén donde se guarda el glucógeno y la creatina acumulada no es permanente. Es decir, podemos ampliarlo para así amontonar más cantidad de suministros que se traduzcan en más minutos a un nivel físico más alto sin que aparezca fatiga. Estudiemos los tres tipos de sustratos más profundamente.
Capítulo 4. Sustrato A para obtener energía: ATP.
El ATP es la moneda energética, el euro. Cualquier movimiento, gesto o incluso pensamiento requiere ATP. Todas las reacciones que hace nuestro cuerpo tienen un precio, necesitan adenosín-trifosfato.
Cuando el cuerpo necesita energía transforma el ATP en ADP+E liberando un fosfato. Durante la recuperación, alimentación e hidratación, los fosfatos se vuelven a juntar a los ADP y forman de nuevo ATP. A este proceso se le denomina resíntesis.
Capítulo 5. Sustrato B para obtener energía: Glucógeno.
El principal factor que genera el incremento del rendimiento deportivo en lo que concierte a la nutrición se debe a la capacidad que tiene el almacén de glucógeno de expandirse o reducirse.
El glucógeno son grupos de glucosa que obtenemos a través de la alimentación que el cuerpo va almacenando. Como si se tratasen de pequeños bidones de gasolina las moléculas de glucosa se unen para formar glucógeno y proporcionar gasolina al organismo cuando éste lo requiera.
[pullquote]Del glucógeno acumulado dependerá la duración de nuestra energía, y por tanto de la aparición más temprana o tardía de la fatiga[/pullquote]
A través de la alimentación se obtiene glucosa, la principal fuente de energía para el cuerpo y la única para el cerebro. El exceso de glucosa se almacena en forma de glucógeno, que no es más que miles de monómeros de glucosa.
En el interior de nuestro cuerpo residen tres despensas donde se puede almacenar glucógeno: los músculos, el hígado y la sangre.
Unos 500 gramos de glucógeno suele almacenar un hombre tipo de unos 70 kilogramos, repartidos de la siguiente manera: