Primero los llamaron Generation Yawn —»generación bostezo»—, denunciando que los nuevos veiteañeros pasaban del alcohol y las drogas para centrarse en su carrera profesional, con Taylor Swift o Ed Sheeran entre sus representantes. «Los 20 son los nuevos 40«, proclamaban algunos titulares. En algún momento, las generaciones previas a estos yawn decidieron erigirse en estandartes de una vida poco saludable que identifican con talentos creativos y la quintaesencia del molar. Pero he aquí una verdad: beber alcohol ya no se lleva, no abre puertas y sigue siendo tan malo como siempre.
En su lugar, movimientos multitudinarios se abren camino en ciudades como Londres y Nueva York, donde desde hace ya cinco años cientos de personas se congregan al alba, convocadas a través de las redes sociales, para una clase de yoga antes del trabajo, comer fruta y escuchar música electrónica. Un cóctel revitalizante como pocos y the place to be —el lugar donde hay que estar— si quiere estar al tanto de las tendencias sociales.