El caserío blanco de la Albufeira esconde una rica historia que comenzó hace 2000 años, cuando la aldea no era más que una fortificación a la que los romanos llamaron Baltrum. La influencia romana dio paso a la ocupación árabe, que tuvo a la Albufeira como uno de los puertos comerciales más prósperos del norte de África.
Marcada por diferentes tragedias naturales y conflictos que la han hecho desaparecer casi en su totalidad en más de una ocasión, la Albufeira comenzó a revertir su negra historia en la década de los 70, cuando se empezó a hacer patente el boom turístico.
Su particular ADN está caracterizado por calles estrechas y laberínticas, casas elevadas, bares y tiendas que conducen a la plaza central de Duarte Pacheco.
Cuando nos dispongamos a disfrutar del su playa principal, solo tendremos que cruzar un túnel que se engancha al final de una alameda peatonal. Cuando éste llegue a su fin, empezaremos a pisar la arena atlántica de su pintoresca playa urbana.