Puedes hacerlo dándote un baño de vapor previo —acerca tu cara, unos minutos, a un recipiente con agua recién hervida ¡ojo no te quemes!—, o bien aplicado una toalla empapada en agua caliente —y escurrida— alrededor del cuello durante unos minutos.
En ambos casos, el efecto del calor hará que tus poros se expandan y que el vello salga con menor resistencia.
Si tienes la piel ultra sensible, también puedes recurrir a los aceites especiales (muchos con aloe vera) pensados para aplicar antes del afeitado y lograr un mejor deslizamiento de la cuchilla.
Con la piel correctamente acondicionada —¡importante!— llega el momento de pasar la cuchilla por el complicado cuello, una zona irregular donde la piel es muy fina y delicada.
Aféitate siempre en el sentido del crecimiento del vello ¡nunca a contrapelo! No presiones. Apretar la maquinilla o cuchilla mientras la pasas, no eliminará mejor el vello, solo provocará una mayor irritación.