Lejos de esta realidad, toda relación de follamigos tiende a provocar confusiones sentimentales a alguno de los dos implicados en algún momento de la trayectoria común. La sensibilidad con la que puede tratarse esta situación cuando el cerebro comienza a confundir la amistad y el amor debido a la satisfacción sexual conseguida y la confianza mantenida es relativamente inestable ya que comienzan a surgir sentimientos enfrentados que son muy difíciles de valorar objetivamente y, en este caso, el amigo en el que te apoyabas para resolver en el pasado este tipo de dudas, es hoy quien te las provoca.
En ese preciso momento, el implicado con dudas se encuentra en la disyuntiva de elegir entre dos opciones: por un lado, romper el pacto implícito que se realizó al comenzar la relación de preservar la amistad por encima de todo y lanzarse a expresar abiertamente la propuesta de cambio en el tipo de relación, siempre existiendo la posibilidad de ser rechazado y terminar lo que ahora disfruta; por otro, ignorar los sentimientos que están aflorando y bloquearlos para seguir manteniendo la relación de follamigos que al menos le ofrece placer y disfrute a pesar de que no es su único deseo y puede sufrir en el proceso, ya que en su interior, el tipo de relación ya ha cambiado.