Además del ciclo de Cori en el hígado, el ácido láctico también puede ir a tejidos como el corazón y los riñones para allí, también transformarse en energía. Estos procesos son más eficientes cuando ya hemos cesado el ejercicio, pero en personas entrenadas se tiene mayor capacidad de reutilizar el ácido láctico por estas vías cuando se está en situación de esfuerzo.
Soportar el ácido láctico se puede entrenar
Como hemos dicho anteriormente, la acumulación de ácido láctico es un factor limitante del rendmiento, pero se puede entrenar. Esto está directamente relacionado con lo que se conoce com el umbral de lactato: punto en el lactato comienza a acumularse de forma notable por encima de los niveles de reposo cuando estamos haciendo ejercicio. A más intensidad de ejercicio, mayor lactato se empezará a acumular.
Lo que se pretende con algunos entrenamientos es mejorar ese umbral de lactato, es decir, retrasar el punto en el que ese lactato comienza a acumularse y aparece la fatiga. Esto supondría, por ejemplo, poder correr a mayor velocidad sin que el lactato se acumule por encima de niveles tolerables, puediendo soportar esa intensidad del entrenamiento sin que aparezca fatiga.