Para evitar estos posibles incidentes, hemos de conseguir la posición de tronco más estable mediante un equilibrio entre los músculos abdominales y los de la espalda, algo que repercutirá también en la salud del deportista a largo plazo. Una buena manera de medir este equilibrio es la de cuantificar el número total de series y repeticiones que flexionan el tronco y el total de las que lo extienden. Veremos deportistas que , por ejemplo, entrenan el abdomen casi a diario, pero en cambio la región lumbar sólo una o dos veces por semana. Este desequilibrio entre la región anterior y la posterior puede provocar a largo plazo una retroversión de la pelvis debido a una musculatura abdominal predominante.
Esta alteración de la pelvis puede afectar a toda la musculatura que se origina e inserta en ella. Por ejemplo, el dorsal ancho se origina en la cresta iliaca. Si la pelvis está desalineada, altera el origen del dorsal ancho y por lo tanto también puede influir en la inserción del dorsal en el húmero, modificando la movilidad del hombro, por lo que no muy a largo plazo se producirá una lesión del complejo articular del hombro.