¿Te has preguntado alguna vez por qué a mucha gente nos gusta viajar? Esa sensación que probamos al mirar un lugar en el mapa y la urgencia que sentimos en visitarlo no es cosa de todos. Porque algunos hemos experimentado qué quiere decir viajar y ya no podemos prescindir de esa felicidad que nos invade cuando al cruzar una frontera entramos en un mundo nuevo, totalmente desconocido y fascinante.
Viajar nos protege del conformismo y de la rutina, nos enseña a adaptarnos muy rápido a los cambios, aunque no nos gusten. Nos fuerza a superar nuestros prejuicios (porque aunque digas que no, sí los tienes) y nuestros límites, poniéndonos a prueba en situaciones con las que difícilmente habríamos tenido que lidiar si no hubiésemos salido de nuestra zona de confort. Viajar estimula nuestra curiosidad y nos recuerda que hay mucho que aprender en este mundo, que las cosas se pueden mirar de diferentes perspectivas y aún así siguen teniendo sentido. Viajar nos hace sentir libres, de esa libertad que es difícil experimentar de otra manera.