La forma de comer, como la forma de conducir, cocinar o incluso de comportarse, se aprende y por lo tanto podemos reeducarla de nuevo y entrenar esa particularidad de nosotros mismos.
Suena el despertador y le apagas de un encolerizado manotazo al igual que siempre. Te levantas, te lavas la cara y te cepillas los dientes de la misma forma cada día. Te duchas enjabonándote con el mismo patrón de siempre, primero un brazo, luego el otro… te secas de igual modo los últimos años, y lo mismo sucede al vestirte. Sí, eres muy previsible.
El 90% de tus gestos diarios son inconscientes o automáticos. Ésto quiere decir que aunque no te des cuenta, cada día caminas, conduces y comes de la misma forma. Y no es magia, tu cuerpo ha aprendido durante años una serie de hábitos, rutinas o gestos que, tras haberlos repetidos con tanta frecuencia cada día los hace actualmente sin pensar.