La invasión es un hecho y la caída de Grecia en manos persas parece ser cuestión de tiempo, pero se trata de dos verdaderos imperios y cuando se enfrentan nada está servido.
Mientras intenta lograr la unidad de las distintas polis griegas, el general Temístocles (Sullivan Stapleton) debe asumir la titánica defensa del país. El narcisismo de Xerxes, convencido de su carácter divino y la naturaleza vengativa de su comandante (Eva Green) no serán enemigos fáciles para los invadidos.
La sangre en las espadas, escudos y pecheras de hierro está asegurada, pero el poder bélico de las fuerzas en conflicto sitúa el escenario de guerra principalmente en el mar, quizá el único resquicio de esperanza para Temístocles y sus tropas.
Como en su antecesora 300, las batallas entre dos culturas antagónicas, dos formas de ver la vida y el mundo, no pueden limitarse a una sola entrega, por más épica que esta sea. Por ello, 300: El origen de un imperio, llega para recrear y reforzar el hecho incontestable de que hubo y hay convicciones imperiales irreconciliables.