4. Luchan por gestionar bien su atención
Las personas con alta inteligencia emocional tienen presente que en el mundo hay tantas experiencias dolorosas con las cuales, si nos centrásemos solo en ellas, no levantaríamos cabeza. Sin embargo, también saben que ocurre algo parecido con las experiencias felices, de modo que si solo tuviésemos estas últimas en la cabeza, viviríamos en una realidad muy estimulante, aunque muy separada de la realidad. Es por eso que procuran dirigir la atención atendiendo a criterios de utilidad para ellos mismos, y no caen en la trampa de entrar en un bucle de optimismo o de pesimismo que atrape su manera de percibir las cosas. Dicho de otro modo, gobiernan su foco de atención para que este no las gobierne a ellas.
5. Analizan la viabilidad de sus aspiraciones
Aunque en la sociedad capitalista se premie el hecho de asumir riesgos sin pensar prácticamente en las consecuencias de fallar, las personas emocionalmente inteligentes tienden a decidir en qué proyectos volcar su tiempo y sus esfuerzos dependiendo de las posibilidades de éxito esperadas, para no trabajar sobre un marco irreal de expectativas. De este modo el éxito o el fracaso no les llega tan de golpe como para no poder asimilar su impacto.