¿Levantas 50 kilos? Pues para fardar más, subes a 60 y presumes de lo fuerte que estás. Vete quitando esa idea de la cabeza porque, como dice César Toledo, “nuestra actitud es importante. Los alardes y el exhibicionismo pueden producir el efecto contrario del que perseguimos”. Recuerda ese consejo que vale para todo: sé tú mismo.
6. Eres invasivo
“Hay que respetar el espacio de la otra persona: puede sentirse incómoda y echarse para atrás. Es arriesgado, por ejemplo, ponerse a correr en la cinta al lado de alguien si hay innumerables cintas libres, o coincidir, casualmente, en varias ocasiones en las mismas máquinas”, dice Serrano. La psicóloga Figueras da unas pautas alternativas: “Establecer contacto visual y sonreír. Observar la reacción de la otra persona, si es positiva nos acercamos con seguridad pero relajados y rompemos el hielo. Le preguntamos si ya ha acabado con el ejercicio o le proponemos ir intercambiándose y entrenar juntos”. Si la respuesta es negativa, no te vengas abajo: “Hay que afrontarlo con dignidad, ser agradables y educados. Es importante que los rechazos no afecten nuestros futuros intentos por establecer relaciones sociales con otras personas”, concluye la experta.
7. Interrumpes su ejercicio
“Espera a que termine y pregúntale para qué músculo es ese ejercicio, o cualquier cuestión que sirva de excusa para hablar. También puedes sugerirle cómo mejorar el ejercicio”, aconseja el coach. El estudio de Meetic mostró que para el 39% de los entrevistados el truco más seductor era el del consejo para mejorar un ejercicio.
8. No toques, para qué tocas
El contacto físico de primeras conlleva rechazo: “Si nos precipitamos podemos incomodar a la persona y sería perjudicial. Especialmente si la persona no nos da señales no verbales de que está cómoda con nosotros. Si hay atracción, un roce sutil a su debido tiempo puede ser positivo”, recomienda Gemma Figueras.