Llega el buen tiempo, los días soleados y comenzamos a pasar más tiempo fuera de casa. Playa, terrazas, paseos, actividades al aire libre y siempre acompañados de ese accesorio imprescindible: nuestras gafas de sol.
Las vemos de todos los tamaños, formas y colores. La oferta es infinita. Es difícil que alguien no encuentre unas que le gusten o le queden bien. No hay duda de que se han convertido en un elemento básico de estilo. Y ahí viene el problema. La obsesión por lo estético ha relegado a un segundo lugar la verdadera función de las gafas de sol: protegernos.
Ante todo debemos tener muy claro que la luz solar puede causar serios problemas a la vista. “La función básica de unas gafas de sol es protegernos del exceso de luz y de la radiación ultravioleta que contiene esta luz”, nos cuenta Vicente Masiá, vocal de protección solar del Consejo General de Ópticos-optometristas.