Cuando las facturas pendientes, el paso del tiempo sin ingresos asegurados, y, en definitiva, la sensación de fracaso y frustración laboral, se convierten en una fuente de presión psicológica, es muy probable que ante la menor posibilidad de revertir esta angustiosa situación, no se analicen las verdaderas consecuencias de dar un sí a la ligera.
Nos referimos a un sí basado en el impulso en detrimento del pensamiento y la reflexión sobre lo que realmente necesitamos.
Es verdad que cuando la realidad apremia, la capacidad de reflexión se encoge, pero no debemos perder de vista que un trabajo es un compromiso serio, una decisión personal con vistas al largo plazo. Si nos arrepentimos de dicha decisión cuando la empresa ya cuenta con nuestro aporte y responsabilidad, es probable que sumemos al currículum una referencia negativa sobre nuestro proceder en el ámbito laboral.
Pese a que somos conscientes de que ante urgencias económicas, no nos formularemos prácticamente ninguno de los interrogantes que recomiendan los expertos, consideramos importante señalar que en su betseller, ¡Contratado!, Ryan Khan destaca 8 preguntas que siempre es conveniente hacerse antes de aceptar un trabajo. El autor aclara que el hecho de que nos formulemos las ocho, cuatro o dos, dependerá de la situación personal de cada trabajador, de sus necesidades y prioridades.