A pocas horas de vuelo, Marrakech es ideal para una escapada de fin de semana. Un ambiente de cuento, capaz de hechizar a cualquiera e intenso en todos sus sentidos. Marrakech, una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos, destila arte y vida en cada rincón. Un lugar por descubrir y redescubrir.
El universo ardiente de Marrakech se concentra en la plaza Jemaa el-Fna, una de las plazas más fascinantes del mundo y considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Acróbatas, cuentacuentos, encantadores de serpientes, bailarines y músicos pueblan de vida la plaza principal de la ciudad. Lo mejor es sentarse a tomar un café y sucumbir ante su delicioso jaleo, lleno de idas y venidas.
Obligatorio perderse por el laberíntico zoco de Marrakech. Podéis volveros locos entre montañas de dulces, pirámides de especias de colores para llevar a casa y regalar a los amigos, té perfumado y piezas artesanales locales. Recordad que en Marrakech el regateo es un arte, una señal de cortesía e incluso una manera de hacer nuevos amigos. Y tranquilos, todas las callejuelas os harán regresar al mismo sitio, a la plaza Jemaa el-Fna.
Cuando os hayáis cansado de tanto bullicio, dirigíos a los jardines de Menara, donde se puede disfrutar de una de las puestas de sol más impresionantes de Marrakech. Lugar de encuentro de muchas parejas, su romanticismo radica en el gran estanque rodeado de olivares.
Imprescindible también la visita al Jardín Majorelle, donde están esparcidas las cenizas de Yves Saint Laurent. Un botánico espectacular para pasear entre los perfumes de árboles y flores desconocidos.
Otra opción para el relax es apuntarse a un hamman. En casi todos los barrios encontrarás carteles que anuncian hamman populares, punto de encuentro de los marroquíes. Este baño diario es casi tan respetado como la religión. Los hammanes suelen ser muy baratos y acudir es toda una experiencia, un viaje por los sentidos mientras el ruido del mundo corre lejano y el alma se libera.
Para reponer fuerzas, nada como tomar un cus-cus con unas buenas vistas. Muy recomendable el Hotel Islane, justo enfrente de la Plaza de la Koutoubia. En el último piso del hotel está el café-restaurante, donde contemplar la torre de la Koutoubia, diseñada a imagen y semejanza de la Giralda de Sevilla y el punto más alto de la ciudad.
Otro hotel que no puedes dejar de visitar es La Mamounia, un antiguo palacio convertido en hotel de lujo, situado en el rincón suroeste de la medina. Un espacio emblemático de la ciudad, envuelto en silencio y naturaleza, místico y maravilloso. Alberga el spa más increíble de Marrakech y también tres de sus mejores restaurantes.
Todo en Marrakech hará que volváis a casa con las pilas cargadas de energía y hechizados por la magia árabe que embruja la ciudad.