La tecnología, de la mano de la gran red (internet) y de las pequeñas redes que están dentro de ella, han acentuado hasta tal punto las conexiones sociales, que ni siquiera la falta de financiación particular para llevar a cabo una idea o proyecto es un problema irresoluble.
La falta de crédito y financiación de las entidades tradicionales como los bancos, ya no es un impedimento para que las grandes ideas de emprendedores brillantes se hagan realidad.
El llamado crowdfunding -también denominado financiación colectiva o micromecenazgo- está cobrando una fuerza inusitada a través de sus plataformas virtuales Kickstarter, Indiegogo, Verkami y otras. El funcionamiento es sencillo y seguro. Cuando un creativo tiene una idea de negocio, la publica en la plataforma e informa a los usuarios el capital que se necesita para que prospere. Estos pueden comprar el producto o servicio por adelantado, a cambio de algún tipo de retribución.
Si la suma total de lo que están dispuestos a aportar los usuarios interesados, es suficiente para llevar a cabo el negocio, la administración de la plataforma de crowdfunding retira el dinero de la cuenta de los colaboradores que lo apoyaron y el creador se puede poner manos a la obra. Recordamos que los usuarios que apuestan por un proyecto pueden recibir distintas retribuciones decididas por el creador.