Acompañada de una retahíla de nominaciones de peso, con una crítica muy favorable, y con un papel descollante de Leonardo DiCaprio, El lobo de Wall Street es uno de esos films que amerita el pago de una entrada, aunque pensemos con acierto que el cine se está convirtiendo en un producto de lujo.
[pullquote]‘El lobo de Wall Street’ es una muestra de virtuosismo artístico; de Scorsese, de DiCaprio y de Hill[/pullquote]Porque de lujo también es la recreación que hace Martin Scorsese de la autobiografía de Jordan Belfort, un sagaz vendedor de bonos basura que lo sacaron de la clase media para sentarlo en el trono de los millonarios, y de los poseídos por el dinero.
La ciega ambición de Jordan es el pistoletazo de salida para que ponga en práctica todos sus recursos como locuaz, aunque no menos deshonesto vendedor de acciones. Luego de un paso fugaz por Wall Street, lugar donde aprendió cómo funciona “el gran negocio del sistema”, Belfort hace realidad su propia agencia, con su propio equipo, al que forma con gran maestría y el que lo terminará adorando como a un Dios.
