¡Vuelta al trabajo y a tu rutina diaria! Igual que te preparas para iniciar la nueva temporada (revisas tu armario, planificas tus horarios, te «mentalizas» ante nuevos retos…), también tu piel necesita unos cuidados esenciales para enfrentarse al otoño- invierno con todas las garantías.
Después de semanas disfrutando, tal vez, del sol, el mar, la piscina o el aire libre de la montaña, las consecuencias resultan evidentes, tanto en el rostro, como en la piel del resto del cuerpo. Durante el verano, la dermis sufre una mayor deshidratación debido a las altas temperaturas y, además, la capa córnea, la más externa, aumenta su grosor de manera imperceptible como defensa ante los rayos solares.
Con la llegada del otoño, la sensación de tirantez en la piel y la presencia de células muertas (la descamación que se produce a medida que el bronceado va desapareciendo) son algo habitual. La propia deshidratación puede hacer que notes tu piel más áspera y rugosa, incluso puedes detectar la presencia de manchas que antes no estaban (en cuyo caso debes consultar, sin falta, con un dermatólogo).