Los hombres ciegos

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Todos mis ex son (o eran) completamente diferentes entre ellos. Los he tenido de todas las clases y maneras: tímidos, excesivamente extrovertidos, románticos, infieles… Pero todos tenían algo en común, como buenos hombres que son: nunca, y repito, nunca se daban cuenta de los detalles. Tenía que ser algo muy evidente para que notaran que algo había de distinto en mí, en mi casa, en mi armario o donde fuese.

Recuerdo a mi primer novio del instituto un día que me corté el pelo. No estoy hablando de «solo las puntas». Pasé de tenerlo por la mitad de la espalda a llevar una melena por encima de la nuca. Tuvieron que venir cuatro personas de clase diferentes a decirme «te queda muy bien el nuevo look» para que me dijera «ah, que te has cortado el pelo. Ya decía yo que te veía rara».

Mi novio de la universidad era periodista. Muchos días pasaba a buscarlo por su facultad, que era la única en la que había quiosco, y así aprovechaba para comprarme una revista que leer en el metro. Siempre, siempre y siempre me compraba la misma. De hecho, el quiosquero me solía decir «¿lo de siempre, guapa?». Pues parece ser que mi novio era el único que no sabía qué revista leía. Cuando le decía que me la cogiera él, siempre me venía con una cualquiera, la primera que pillaba. Y era periodista…

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